martes, 18 de octubre de 2011

Una sonrisa en ese asqueroso día gracias a él.

Después de comer estuve abrazada a mis padres todos los segundos hasta que vino Eva. Nada más verme con los ojos hinchados y rojos me dijo:
-¡Cariño! ¡No te pongas así amor! Anda ven.-Me envolvió en sus brazos sin que yo moviera los míos ni un centímetro. Me seguía sintiendo tan mal, seguía sin creérmelo, era como un padre para mi. Podía decir que era el peor día de mi vida hasta ahora. Lo único bueno en que podía pensar es que hacía poco había pasado uno de los mejores con Kike, pero en esos momentos no me servía.
Eva y yo estuvimos en mi habitación, tal como es ella me intentó animarme y distraerme, es la mejor amiga que se podía tener. Estuvimos viendo la tele y me ayudaba a superarlo y a darle razones a lo ocurrido.
Pero por fin a las cinco apareció mi chico, la persona que en ese día me hacía levantarme de la cama al menos para abrirle la puerta.
-Vida- Me sujetó la cabeza y me dio un beso fuerte en la frente. Luego saludó a Eva. A los cinco minutos ella se fue y me dejó con él.
-Kike bf.. vaya mierda de..- No me dejó acabar, me interrumpió:
-Calla por favor. No quiero oírte como dices locuras, una persona como tu. Te quejas de tu vida, cuando lo tienes todo. Eres preciosa, tienes talento, tienes a alguien que te quiere como yo, tienes una mejor amiga que te apoya en todo y sobre todo tienes unos padres que te cuidan y te adoran, Álex tienes mucha suerte. Y por cosas de estas no te puedes venir abajo porque esto es normal, es una cosa más de la vida y sinceramente, yo firmaría con morir como tu abuelo.- Dejé de llorar, me quedé con la boca abierta, tanto como mis ojos.
-¿Porqué me dices esto Kike?- Pregunté asombrada.
-Por que es verdad, y por que hay mucha gente que desearía haber tenido una vida como la tuya.-Escupió de su boca, así sin más y con la mirada baja.
-Una persona que te quiera la tienes, al menos yo, una persona que te apoya; tu hermano Iván que es de lo mejor que hay, ¿Talentos? Demasiados, y uno es conquistar con esa simple mirada, y por último pero no menos importante, seguro que tienes unos padres que están ahí día a día.- Le dije sinceramente jugueteando con mis dedos en su piel.
-Madre y no tanto como crees.-Hice una extraña cara- Creo que ha llegado el momento de confianza para que te lo cuente y así no creerass que tu vida es una mierda.-Paré a escuchar atenta, muy atenta- Cuando yo era un niño de doce años viví muchas escenas, todas recordables para toda la vida y tristes. He visto como mi padre levantaba la mano a mi madre y como mi madre lloraba sin poder hacerle nada por miedo que nos ocurriera algo a mi hermano y a mi. Por parte de mi madre se que tengo un apoyo y cariño muy grande pero todo lo vivido ya no lo podré borrar de mi mente. Pero por lo menos hubo un día en el que mi padre se fue a una de sus noches locas de bebida, de las de cada semana y no volvió- Le cogí de la mano en señal de que siguiera, que yo le apoyaba, que no pasaba nada.- Parecerá un poco cruel, pero al ver que no volvía me quité un gran peso de encima.
-¿Y todo eso de que viniste por un trabajo de tu padre?- Le pregunté fascinada.
-Mentira, solo que ahora que estábamos libres de ese hombre no queríamos arriesgarnos a que volviera y nos fuimos para no tener que volver a recordar sensaciones horribles en nuestra antigua casa. Por eso tampoco soy de los más hablador, pero he decidido empezar una nueva vida sin él y con la ayuda de la gente que me quiere. Igual que mi hermano, pero el esta mucho más feliz ahora que hemos conseguido irnos de allí, esa es su razón de felicidad.-Atenta le contesté respecto a que quería seguir su vida con la gente que quiere.
-Yo te quiero, y quiero que sepas que conmigo podrás empezar la vida que quieras y sabes perfectamente que te haré feliz ¿no?-Me puse enfrente suyo.
-Álex yo si que te quiero, desde que te vi, mi corazón latía mucho más rápido.
-Nada más al escuchar tu voz me tuve que girar para ver a la estupenda persona que me perdía tras de mi. En ese momento pensé en tu increíble perfección.- Nos miramos un largo rato, nos sonreímos y dulcemente nos dimos otro de nuestros mágicos besos. Cuando me vió más tranquila me regalo unas galletas de colores con chocolate en el interior:
-Solo quería volver a ver tu sonrisa.
Le quería como no habría querido a otra persona. Tal vez me había ayudado a superar esos momentos recordandome las cosas buenas que había vivido mi abuelo y con las cosas geniales que tenía en mi vida.


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