lunes, 17 de octubre de 2011

La gran perdida, pero junto a él.

Me desperté, abrazada a él, no me podía creer que después de todo pudiese tener un momento como ese. Le desperté con un beso. Me vestí y me arreglé, y de pronto vi una nota de mi madre en la puerta que ponía: Cariño me he tenido que ir al hospital por tu abuelo, llámame y te lo cuento. Besos.
Inmediatamente llamé a mi madre nerviosa, ya que era el único abuelo que tenía, era mi abuelo, el abuelo.
-¿Mamá?¿Porqué estas en el hospital?¿Que ha pasado?-Le pregunté nerviosa.
-Cariño.. esta noche tu abuelo ha sufrido un ataque al corazón.
-¿Y?¿Está bién? ¿Puedo hablar con el?
-No cariño.. el ataque ha sido más fuerte de lo que crees.
-¡¿Mamá donde esta el abuelo, donde está?!-Kike me oyó y se acercó a mi mirándome de manera extraña.
-Hija, el abuelo se ha ido.
-¿Qué dices? No me jodas, ¡en serio mamá!-Empecé a llorar, como una desesperada, no entendía nada, como pudo cambiar todo de la noche a la mañana.
-Cielo no te lo quería decir por aquí pero tranquilízate que en menos de una hora estaré allí amor.- Me dijo mi madre con un nudo en la garganta. Colgué y me encogí de hombros y piernas sobre mi cama, empecé a llorar, cada vez más. Kike antes de preguntarme nada me abrazó fuerte, muy fuerte, supongo que intentaba que me sintiera acogida, la cual cosa consiguió, pero no lo suficiente.
-¡Kike se ha ido , se ha ido!- Lloré , lloré y lloré, no podía parar, me ahogaba, era mi abuelo, el típico abuelo que venía a buscarme al colegio y me traía la merienda. Era una de las personas que más me entendía.
Le quería mucho y en ese momento el mundo se me puso al revés. Kike cada vez me abrazaba más fuerte, la cual cosa agradecía.
-Cariño en estos momentos tu abuelo no querría que estuvieras así, seguro que querría que disfrutaras... cálmate Álex.-Me lo dijo cogiéndome de la cabeza y acercándomela a la suya.
-Lo hecharé mucho de menos Kike..-Bajando la mirada, pero el me la levantó.- pero se que no ha sufrido.. me alegro por él y porque ha vivido una bonita vida..- Estallé a llorar otra vez. Pero ahí estaba él.
En esos momentos pensaba que: Quería disfrutar de ese olor a pipa, ochenta años más.
Llegó mi madre y mi gran apoyo se fue. Me aseguró que a la tarde volvería para ver como estaba, que no me dejaría sola nunca. Pero hasta entonces estuve con mi madre.

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